El pasado 25 de febrero, funcionarios del Ejército estadounidense en Fort Steward, Georgia, anunciaron que el sargento Kevin Bendeman, un mecánico de cuarenta años que se negó a ser enviado a Iraq para un periodo de servicio, será sometido a un Consejo de Guerra acusado de deserción. En caso de ser declarado culpable puede ser condenado hasta a siete años de cárcel.
Tras haber servido diez años en el Ejército estadounidense, Bendeman no tomó el vuelo del despliegue a Iraq de su unidad del día siete de enero [de 2005]. Diez días antes había anunciado a su comandante que estaba pensando obtener una baja como objetor de conciencia, alegando que, tras haber servido ocho meses en Iraq en 2003, se había vuelto contrario a la guerra.
“Ausentes sin permiso”
Benderman se une al creciente grupo de militares [estadounidenses] que protestan contra la guerra de Iraq negándose a cumplir órdenes, convirtiéndose en “ausentes sin permiso”, huyendo a Canadá o explicando su situación. El 8 de diciembre, CBS News informaba de que el Pentágono había admitido que desde que empezó la guerra en Iraq habían desertado al menos 5.500 miembros del personal militar. Steve Morse del GI Rights Hotline [“Línea de atención a los derechos de soldados”], afirma que el número de llamadas que han recibido ha pasado de 17.000 en 2001 a más de 32.000 en 2004, aproximadamente [de las cuales] el 38% corresponden a soldados que están “ausentes sin permiso” o pensando desertar: “Muchos no desertan a la ligera y querrían trabajar por el bien del país. Pero se dan cuenta de lo que está ocurriendo y no pueden hacerlo”, señaló Morse el 20 de febrero al [diario] St. Louis-Post Dispatch.
Esto es lo que llevó a desertar al soldado estadounidense veterano de 39 años Carl Webb: ” Si creo estar en el lado equivocado no quiero matar. Esta es una guerra por el petróleo y los beneficios”, declaró al St. Louis-Post Dispatch. En paro y bajo la amenaza de ser expulsado de su casa en Austin, Texas, Webb se alistó a la Guardia Nacional de Texas en 2001, después de estar siete años alejado del Ejército. Esperaba servir sólo tres años. Pero en julio de 2004, a falta solamente de dos meses para terminar su periodo de servicio, los militares le dijeron que tenía que servir 525 días más bajo el programa Stop-loss [“Acabar con las pérdidas”] y que su unidad se iba a desplegar a Iraq.
El programa Stop-loss, que apareció por primera vez a principios de los noventa durante la primera Guerra del Golfo, impide que los soldados estadounidenses preparados para ser desplegados en Iraq o Afganistán se licencien una vez cumplido su servicio. “Esta política es prácticamente un reclutamiento obligatorio no oficial”, afirmó Webb el 10 de febrero al semanario Workers World: “Se trata de un servicio militar obligatorio en contra de la voluntad de una persona”.
Webb afirmó que había descartado tratar de obtener el estatuto de objetor de conciencia porque no reunía los requisitos solicitados por los militares para obtener dicho estatuto -básicamente, oposición a todas la guerras: “No soy pacifista. […] Me niego a ir a la guerra [de Iraq] porque creo que EEUU no está actuando correctamente. Creo que esta guerra no es para liberar al pueblo [iraquí], sino para oprimirlo”.
Cuando en agosto su unidad de la Guardia Nacional le anunció que empezaba la instrucción, Webb no acudió. Lo mismo hizo cuando su unidad partió a Iraq en enero. Ahora es un fugitivo y se ha expedido una orden federal de arresto contra él. “Mi caso es diferente del de otros soldados que han desertado, ya sea simplemente porque no quieren ir o porque creen que este procedimiento Stop-loss es ilegal, declaró Webb a Workers World:
“Le digo a la gente que aunque no hubiera este procedimiento [del programa] Stop-loss, aunque el gobierno [de EEUU] no actuara de forma ilegal al utilizar a los reservistas, a la Guardia Nacional y a los jubilados como está haciendo, yo seguiría oponiéndome a la guerra. No creo que importe en qué tipo de servicio estás, ya sea en la reserva, la Guardia Nacional o el Ejército: creo que todo el personal militar debería negarse a luchar en esta guerra del imperialismo.”
El testimonio de Mejía
Un soldado contrario a la guerra que ha atraído la atención internacional es el sargento de 28 años Camilo Mejía, que fue puesto en libertad el 15 de febrero [de 2005] después de ser condenado a un año de prisión militar por negarse a volver a Iraq. Mejía entro en el Ejército estadounidense en 1995. Tras un periodo de tres años en el Ejército regular, ingresó en la Guardia Nacional de Florida, en parte porque se le había prometido una ayuda para matricularse en la Universidad Pública de Florida.
La unidad de la Guardia Nacional de Mejía fue llamada al servicio activo en enero de 2003 y desplegada en Iraq en abril de 2003. Estuvo seis meses combatiendo en Iraq y volvió a EEUU con un permiso de dos semanas. En marzo de 2004 acudió al Ejército y rellenó una solicitud de estatuto de objetor de conciencia, declarando que su experiencia en Iraq le había convencido de que la guerra era ilegal e inmoral. “La justificación de esta guerra es el dinero y ningún soldado debería ir a Iraq y dar su vida por petróleo”, declaró Mejía en la página web en contra de la guerra Citizen Soldier [“Ciudadano soldado”], cuya base está en Nueva York. Y añadió:
“He sido testigo del sufrimiento de un pueblo cuyo país está en ruinas y que está siendo humillado aún más por las incursiones, las patrullas, los toques de queda de un ejército de ocupación. Mi experiencia en esta guerra me ha cambiando para siempre.
“Uno de nuestros sargento disparó a un niño que llevaba un rifle AK-47. Los otros dos niños que iban con él salieron corriendo cuando el niño herido empezó a arrastrarse tratando de salvar la vida. Un segundo disparo lo detuvo, aunque seguía con vida. Cuando un iraquí trató de llevarlo a un hospital civil, unos médicos armados de nuestra unidad le interceptaron e insistieron en llevar al chico a un complejo militar. Allí se le negó asistencia médica porque se suponía que una unidad diferente iba a tratar a los heridos de nuestra unidad. El chico murió después de que otra unidad se negara a tratarlo.
“Otra vez mi sección actúo ante una protesta civil en Ramadi que se había vuelto violenta. Mi cuadrilla tomó una posición defensiva en un tejado después de que algunos de los manifestantes empezaran a arrojar granadas contra el despacho del comandante. Se nos ordenó que disparáramos a cualquiera que arrojara cualquier cosa que pareciera una granada. Un joven iraquí que llevaba algo en la mano derecha salió de entre la multitud. Nada más arrojar lo que llevaba, todos nosotros abrimos fuego contra él y lo matamos. Resulto que el objeto que llevaba era una granada que explotó lejos de todos. Sé que el hombre al que matamos no tenía posibilidad alguna de herirnos -estaba demasiado lejos. El jefe de mi sección nos dijo más tarde que en la misma protesta habíamos matado a otros tres iraquíes, aunque yo no los vi morir.
“El volver a casa de permiso en octubre de 2003 me dio la oportunidad de ordenarme las ideas y de escuchar a mi conciencia. La gente me iba a preguntar por mi experiencia en la guerra y el hecho de responderles me hizo volver a todos los horrores: los tiroteos, las emboscadas, la vez en que vi a un joven iraquí arrastrándose de espaldas en medio de un charco de su propia sangre, la vez en que un hombre fue decapitado por el fuego de nuestra ametralladora y la vez en que mi amigo disparó a un niño en el pecho.
“El volver a casa me proporcionó la claridad para ver la línea que hay entre el deber militar y la obligación moral. Mis sentimientos en contra de la guerra me dictaron que ya no podía seguir formando parte de ella. Actuar según mis principios se hizo incompatible con mi papel en el ejército y al deponer las armas elegí reafirmarme como ser humano.”
De Vietnam a Iraq
Aunque no hay tantos desertores y soldados en contra de la guerra [de Iraq] como en el momento de más fuerza del movimiento estadounidense contra la Guerra de Vietnam a principios de los setenta, los soldados y sus familias se están organizando en contra de esta guerra mucho antes de lo que los hicieron sus homólogos durante la Guerra de Vietnam [1].
Así, en julio de 2004 se fundó Veteranos de Iraq Contra de la Guerra, un año y un poco más después de que empezara la guerra; [por el contrario] Veteranos de Vietnam Contra de la Guerra se fundó en abril de 1967, unos cinco años después de que empezara oficialmente la Guerra de Vietnam. Y a diferencia de lo que ocurrió durante la Guerra de Vietnam, las familias de los soldados han estado en la primera línea de las manifestaciones en contra de la guerra de Iraq. Más de 2.000 pertenecen ya a Military Families Speak Out [Familiares de los Soldados Hablan Claro], que se formó en noviembre de 2002, cuatro meses antes de que EEUU invadiera Iraq.
Stan Goff, un ex soldado de carrera de las Fuerzas Especiales estadounidenses, cuyo hijo es mecánico del Ejército en Iraq, ha desempeñado un papel relevante en la organización de las familias de militares en contra de la guerra por medio del movimiento Bring Them Home Now! [Retorno a Casa de las Tropas, ¡Ya!]. “No estamos diciendo que vuelvan las tropas a casa porque estén sufriendo penalidades y estén en peligro”, declaró Goff a la revista These Times en septiembre de 2003, “[l]a mayoría de los soldados saben que las penalidades y el peligro forman parte de su trabajo. Lo que decimos es que vuelvan la tropas porque se enfrentan a penalidades y peligro en una guerra que es inmoral e ilegal”.
Notas de IraqSolidaridad:
1. Medios de comunicación estadounidenses recogían recientemente el dato de un descenso del alistamiento en el Ejército y la Guardia Nacional asociado a la guerra de Iraq, particularmente entre las mujeres y los afro-americanos, así como el hecho de que EEUU esté al límite de su capacidad de despliegue militar en el exterior a consecuencia del conflicto iraquí (véase particularmente el artículo publicado en Washington Post : “Two Years Later, Iraq War Drains Military”, de Ann Scott Tyson, el 19 de marzo de 2004).
Traducción para IraqSolidaridad de Beatriz Morales
IraqSolidaridad (www.nodo50.org/iraq)