El presidente venezolano Hugo Chávez presentó el miércoles su proyecto de reforma de la Constitución con la que nació la V República venezolana en el año 2000. Los cambios son profundos y van mucho más allá del tema de la reelección.
Gennaro Carotenuto
“Para profundizar la democracia se tiene que profundizar el Poder Popular”. Es esta la idea guía de toda la reforma constitucional impulsada por Hugo Chávez. Su propuesta desde hoy será discutida en un maravilloso proceso participativo en decenas de miles de asambleas a lo largo y ancho de todo el país, analizada a nivel legislativo y, a final de esta trayectoria, será sometida a un referéndum popular.
Sin embargo, los grandes medios de comunicación mundiales, casi siempre orientados por el NED, una organización no gubernamental curiosamente fundada y financiada por el mismo gobierno de Estados Unidos, destacaron como único punto interesante el tema de la reelección del Presidente: “Chávez quiere ser presidente por vida”. De los otros temas que la reforma incluye no hablan o lo describen como veleidosos. Todo conocido. El pasado junio, el mismo NED, junto a Reporteros sin Fronteras, otra ong que acepta dinero del gobierno de Estados Unidos, montó una campaña de difamación sosteniendo que RCTV, la televisión comercial a la cual Chávez no renovó la licencia, era el último medio de comunicación independiente en el país.
Según la actual Constitución, Chávez no se puede volver a postular al final de este mandado. El tema de la reelección existe y es caliente en América desde la época de Porfirio Díaz. Sin embargo nadie, ni siquiera la oposición, pudo haber pensado seriamente que, en el medio de un proceso tan complejo como la fundación de un nuevo tipo de Estado, su máximo dirigente político pudiera simplemente jubilarse.
Lo que tampoco dicen es que la carta magna venezolana es sin dudas la que mejor balancea el sistema presidencialista difundido en la región. La democracia participativa que consagra, hace que tanto Chávez como sus sucesores tengan menos poderes que cualquier otro presidente del continente, y sigan pudiendo ser revocados con un referéndum, el Revocatorio , mediante el cual los ciudadanos pueden retirar su confianza a cualquier cargo electivo a la mitad de su mandado.
Así que el problema en Venezuela, y en toda la región, especialmente si se quiere transformar en sentido socialista el país, no es balancear el poder presidencial, sino otros poderes, especialmente el económico, que obviamente no es electivo. La creación del llamado Poder Popular como entidad autónoma, según Chávez va en esta dirección restituyendo al pueblo el control sobre decisiones que la democracia representativa a la anglosajona ya no garantiza. Especialmente en época neoliberal, la tradicional división de poderes, teorizada en el siglo XVIII por Charles de Montesquieu, y perfeccionada en Estados Unidos, ya no garantiza que la ciudadanía, a pesar de estructuras democráticas, pueda materialmente tomar decisiones y balancear otros poderes.
El Socialismo del siglo XXI, seguirá garantizando el derecho a la propiedad privada. Sin embargo, protegerá a la vez otros tipos de propiedad, entre las cuales la cooperativa y la comunitaria. Esta última es la forma en la cual, tanto en el nuevo mundo como en la vieja Europa, las comunidades se organizaban antes de la llegada del capitalismo. Es un salto atrás que restablece formas y derechos tradicionales y protege la población, especialmente rural. En el mismo sentido va la necesidad de diseñar el poblamiento del país. Venezuela es un país enorme y sustancialmente vacío. Con la nueva Constitución habrá herramientas para pensar el poblamiento del país, fundar nuevas ciudades, y descentralizar el poder.
La Constitución también garantiza que Venezuela no se transformará en una maquilladora para producir bienes de consumo baratos para el primer mundo. El horario de trabajo en este país no podrá superar las seis horas diarias. Si tanto en el mundo capitalista, como en la antigua Unión Soviética, se sacrificaron enteras generaciones de trabajadores a la ideología suprema del crecimiento del PBI como única posibilidad de progreso, Venezuela intenta el desafío de tomar un camino distinto en pos del “desarrollo integral del ser humano”.
Desde ahora estas propuestas se debaten en miles de asambleas en todo el país. Quizás no logren realizar el Poder Popular, pero seguramente está creando participación ciudadana, lo que igual es un sinónimo de democracia.