Han pasado 20 años del desastre de Bhopal, la ciudad del estado de Madhia Pradesh, donde la trasnacional estadounidense Union Carbide asesinó a 30 mil personas y destruyó la vida de al menos otras 500 mil la noche del 3 de diciembre de 1984.
Bhopal es el ground zero de India y de la globalización neoliberal. La Union Carbide, con un total desprecio de la vida y de la seguridad de la población local, implantó una fábrica que jamás hubiese podido ser construida por su peligrosidad en ningún país occidental. Hoy, 20 años después &endash;denuncia Amnistía Internacional&endash;, no sólo no hubo justicia sino que la gente sigue enfermándose por la persistente contaminación de aire y subsuelo, y las indemnizaciones hasta ahora pagadas son insignificantes. No sólo la fábrica sigue ahí, alumbrada, semidestruida, maloliente, con sus escorias donde pacen las vacas. Según Greenpeace habría que remover al menos 25 mil toneladas de escorias. Necesitarían cuatro años y al menos 30 millones de dólares. La Union Carbide ha pagado una indemnización de apenas 470 millones, poco más del 10 por ciento de lo establecido inicialmente y hoy pertenece a la Dow Chemical.
Recién en noviembre pasado los damnificados han sido indemnizados: 300 dólares por persona. Una vergüenza en la vergüenza que nos confirma lo poco que vale la vida de un habitante del Tercer Mundo frente a las multimillonarias indemnizaciones que pagan en Estados Unidos las multinacionales del tabaco a quien fumando voluntariamente llega a padecer cáncer pulmonar. La extradición del principal responsable de la catástrofe, el jefe de la filial india de Union Carbide, Warren Anderson, ha sido rechazada por última vez por el gobierno de Estados Unidos en noviembre de 2003. En 1984 logró escaparse pagando una caución de apenas 500 dólares y desde entonces disfruta de su millonaria jubilación.