En vísperas del quinto aniversario de los atentados del 11 de setiembre 2001, el presidente estadounidense George W Bush relanza su estrategia bélica e indica el más claro y difícil de los blancos: Irán. Este país, afirma Bush, “es como Al Qaeda”, y en la lógica de la guerra al terror merece el mismo tratamiento.
Gennaro Carotenuto, desde Roma
SON DIFÍCILES LAS negociaciones entre la Unión Europea y Naciones Unidas e Irán. Difíciles por varios motivos. El primero de todos es que Irán –pese al tratado de no proliferación nuclear- está en pleno derecho de desarrollar su energía nuclear con fines pacíficos. Desde el punto de vista del derecho internacional la cuestión siempre ha sido clara: Irán, al firmar el tratado en 1970, aceptó renunciar a la bomba atómica. Sin embargo, a raíz del mismo tratado, nadie puede discutir el derecho iraní al desarrollo nuclear pacífico, a menos que se quiera impedir a Teherán también el desarrollo de centrales nucleares que es lo que pretende Estados Unidos. Esto implicaría la denuncia del tratado y la posibilidad de que Irán construya la bomba atómica, a la cual había renunciado voluntariamente. Todo un desastre diplomático. Es cierto que, tanto Estados Unidos como Irán, donde dicen pacífico entienden bélico y en esta carrera hacia el abismo, el último empujón lo dio Irán que el 31 de agosto no suspendió –como exigía la resolución número 1.696 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- el proceso de enriquecimiento del uranio.
En medio de los dos litigantes está la Unión Europea. Especialmente Alemania e Italia son los dos primeros socios comerciales de Irán, y una nueva guerra de agresión estadounidense terminaría de mermar la seguridad energética y comercial de Europa Occidental. Al cierre de esta nota, el encuentro entre el negociador iraní, Alí Larijani, y el responsable de política exterior europea, Javier Solana, previsto en Viena el miércoles, fue suspendido. Es un revés grave por que este encuentro representaba que la troika -Gran Bretaña-Francia-Alemania, expresión de los 5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania) daba paso a una gestión más directa de Bruselas en la tratativa.
El jueves en Madrid, Larijani se entrevistó con el primer ministro José Luís Rodríguez Zapatero y hoy verá a su homólogo italiano Romano Prodi. En este contexto, en el cual Solana se hace el ofendido, intervienen todos. La canciller alemana Angela Merkel endurece el discurso en su proceso de acercamiento a Estados Unidos. Palabras más medidas vienen del primer ministro francés, Dominique de Villepin, que llama a Teherán a asumir sus responsabilidades. De Villepin apuesta al diálogo, reconociendo que sólo simple exigir que Teherán suspenda el proceso de enriquecimiento de uranio “no es suficiente”.
El último en hablar –devolviendo la crisis a su punto de partida y despojándola de la propaganda y de los extremismos representados por Bush y el presidente iraní Mahmoud Ahmedinejad- ha sido nada menos que el viejo Felipe González. Aterrizando en Madrid el jueves, después de haberse entrevistado en la capital iraní con Ahmedinejad, el ex presidente socialista afirmó que hay importantes márgenes para la negociación, que Irán no quiere el arma atómica, pero exige que se le respete su derecho al desarrollo tecnológico manifestado por el mismo tratado de no proliferación nuclear. Queda así claro que hay en juego al menos tres jugadores. Uno, el europeo, busca una solución que convenza Teherán a renunciar a la bomba a través de las negociaciones. Otro, mayoritario en el Cosnejo de Seguridad de la ONU, pero que no apoyan China y Rusia, que presiona para que se tomen sanciones contra Irán. El tercero, expresión del neoconservadurismo estadounidense, pero que tiene fuerza en Israel, busca utilizar el pretexto nuclear para impedir que Teherán ejerza su papel de potencia regional y arreglar definitivamente las cuentas tanto con Irán como con Siria.
BUSH Y ALA. Bush y Ahmedinejad se intercambian cotidianamente insultos que resultan surrealistas para el observador internacional. El tejano acusa al iraní de ser un tirano y amenaza a la República Islámica con la misma guerra sin cuartel que le tocó a Al Qaeda. El persa replica que Bush frente a Ala no es nada. Sin embargo el trasfondo de ese “gallinero” es muy serio. Los dos extremistas siguen considerándose el instrumento de sus respectivos dioses para llevar adelante una misión histórica. Bush está dispuesto a sacrificar el mínimo de gobernabilidad alcanzado en Irak, con la tambaleante relación con los chiítas de ese país, uniformando, mezclando, confundiendo, la amenaza del sunita Osama Bin Laden con los chiítas iraníes.
La amenaza representada por el fundamentalismo chiíta sería idéntica a la de Al Qaeda: terminar con el neocolonialismo estadounidense en la región, con los regímenes musulmanes pro occidentales, destruir Israel. Ahmedinejad responde con un discurso radical funcional al discurso de Bush. Para él el Islam es el futuro frente a un liberalismo decadente. Los dos son prisioneros de sus respectivas retóricas e ideologías. Bush, cinco años después del 11 de setiembre, no puede admitir su derrota que es la derrota de la guerra contra el terrorismo, del unilateralismo y de todo su proyecto de dominación. Ni un solo país en el mundo es hoy más seguro para los intereses estadounidenses, como lo ha dejado en claro el caso libanés. Los enemigos, los estados canallas, no desminuyen y después de la guerra libanesa, el mundo islámico se ha convencido que tanto Israel como Estados Unidos no son imbatibles. El mundo es mucho más multilateral que cuando empezó el proyecto de imposición del unilateralismo estadounidense. Fueron los mismos neoconservadores los que utilizaron a los chiítas en Irak después de la caída de la dictadura. Lo único que consiguieron fue un aumento de la influencia iraní, paradójico para un país que, con Saddam Hussein, Estados Unidos habían utilizado en los 80 para delimitar la expansión revolucionaria de los ayatolas. La lógica de la guerra contra el terrorismo impide a Estados Unidos hacer política, recoger las señales que los iraníes moderados -los reformistas de Kathami, los tecnomullah de Akbar Hashemi Rafsanjani- siguen lanzando hacia Washington. Bush no escucha, nunca escuchó, y sueña con imponer el más estricto aislamiento a Irán para derrocar al régimen.
El de Bush es un sueño peligroso. Tanto Rusia como China, los dos miembros permanentes en el Consejo de Seguridad, como India y Venezuela, atestiguan que la comunidad internacional, que ya no coincide con Occidente, va en otra dirección y no tiene interés en aislar a Irán sino todo lo contrario. Cuando desde 1997 el reformista Mohammad Kathami lanzó ininterrumpidamente señales de reconciliación, sólo “el gran Satán” no los escuchó, mientras Europa establecía fructuosas relaciones con Teherán. Para la diplomacia de Estados Unidos era importante demostrar que en Irán no había nadie responsable con quien cual tratar, por que no se debía tratar. Y así fue. Ahora en Irán la temporada reformista terminó –principalmente a causa de las guerras concéntricas que Estados Unidos llevó adelante, cercando a Irán desde Afganistán hasta Irak- y ahora los que mandan son los radicales. Quizás tenga razón Bush de que con Ajmhedinejad no se pueda tratar. Sin embargo ¿quién facilitó el giro a la derecha en Irán si no la política constantemente agresiva de Estados Unidos, incapaz de diferenciar entre las distintas almas de la teocracia iraní? Hoy el camino para el cambio de régimen pasa necesariamente a través del uso de la fuerza. Que es lo único que la política exterior neoconservadora sabe proponer y probablemente lo más útil a la continuidad del régimen. A cinco años del 11 de setiembre es todo un fracaso para Bush.
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Derechos humanos
Valiollah Feyz Mahdavi, 28 años, miembro de la organización de los “Mojahedin del pueblo”, opositora al régimen iraní, ha muerto esta semana en la cárcel en Irán, según Amnistía Internacional. En el año 2001 había sido condenado a muerte por el crimen de “hostilidad hacia dios”, que en el ordenamiento iraní es un sinónimo de terrorismo, y su pena ha sido conmutada por cadena perpetua. Amnistía Internacional no pudo aclarar las causas de la muerte del preso político aunque estarían relacionadas con la huelga de hambre empezada por Mahdavi hace tiempo. Durante estos años Amnistía ha protestado reiteradamente por su caso y entre otras cosas denunció que Mahdavi no se benefició de ningún patrocinio legal en el juicio que lo condenó a muerte. En lo que va del año Mahdavi sería el sexto preso político que muere en la cárcel. En 2005, según Amnistía –que teme que todos los números puedan ser mayores- seguían en las cárceles iraníes decenas de presos políticos con largas penas luego de juicios inicuos y cientos de personas han ingresado en la cárcel, especialmente pertenecientes a las minorías étnicas árabe, azera y kurda. Se denuncia que los presos están a menudo detenidos en cárceles secretas. Al menos 94 personas han sido ajusticiadas,ocho eran menores en el momento del presunto crimen, al menos tres han sido mutiladas y decenas azotadas.
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