Con un referéndum muy ajustado, pero bendecido por la Unión Europea, Montenegro, la última antigua república yugoslava, abandonó Serbia a su aislamiento. Nace un Estado chico, débil, con un presidente mafioso y una economía criminal. Es el ensayo general para la próxima secesión de Kosovo.
Gennaro Carotenuto desde Roma
La comisión electoral de Podgorica, la capital de Montenegro, presidida por el diplomático eslovaco Frantisek Lipka, oficializó el martes el resultado del referéndum para la secesión de esta república federada desde la unión con Serbia. Serbia y Montenegro eran las últimas de las seis repúblicas ex yugoslavas (con Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia) que mantenían una forma de unión. Con un porcentaje imprescindible del 55 por ciento, los favorables a la secesión han sido apenas el 55,5 por ciento, derrotando al 44 por ciento de “unionistas” entre los cuales se colocaba el Partido Socialista.
Milo Djukanovic ahora tiene su Estado. Sospechoso de contrabandos de varia naturaleza y con juicios abiertos en Italia por asociación mafiosa, el reciclado líder independentista montenegrino logró un triunfo anunciado y Montenegro se separará de Serbia, país al cual lo une todo: la historia, el idioma, la religión. Es un nuevo Estado independiente en Europa, o si se prefiere, una nueva frontera que se traza en una región donde hasta hace 15 años existía una unidad territorial y una potencia regional, Yugoslavia, ahora despedazada en seis naciones. Montenegro deja a Serbia y hasta le quita la salida al mar en un referéndum muy ajustado a favor de la secesión. La Unión Europea hizo lo posible para que el Sí a la división triunfara. Ha cerrado los ojos al hecho de que el impresentable Djukanovic costeara 150 aviones para que llevaran gratuitamente miles de ciudadanos a votar desde toda Europa, que se ha apresurado a certificar que el voto había sido regular y se ha felicitado por el resultado mucho antes de que éste estuviera claro.
Javier Solana, el socialista español que condujo la guerra contra Yugoslavia para la otan, y que ahora es responsable de la política exterior de Europa, ha sido el director oculto de un voto que abre un precedente importante en el continente europeo y que podría ser recorrido –a pesar de que Solana lo niegue con toda su fuerza– no simplemente por Kosovo. Esta es la próxima etapa y la secesión de esta provincia está cantada, sólo hay que encontrar la manera. La novedad preocupante es que el “método Podgorica” podría ser usado por otras regiones de Europa y por un sinfín de movimientos autonómicos y nacionalistas, entre los cuales destacan catalanes, vascos, escoceses, tiroleses del sur. La respuesta escandalizada del aprendiz de brujo Solana ha sido: “Son delirantes. No hay ningún precedente ni modelo montenegrino”. Evidentemente para Solana el “principio de autodeterminación de los pueblos” está bien sólo cuando es útil para punir una vez más a Serbia, a la que evidentemente considera el único verdadero Estado canalla en el mundo, pero no es practicable en España, Gran Bretaña o Italia.
CAMINO PRIVILEGIADO. Montenegro es un Estado montañoso en la orilla suroriental del mar Adriático. Tiene una extensión y un número de habitantes que se pueden parangonar con el departamento de Canelones y limita al sur con Albania, al norte con Croacia y al este con Bosnia y Serbia. Fue independiente desde la Conferencia de Berlín en 1878 hasta la Primera Guerra Mundial, cuando entró a ser parte del reino de Yugoslavia. En 1992 el 96 por ciento de la población votó para seguir perteneciendo a este país. Ahora los caminos con Serbia se separan. Ésta sigue lidiando con su pasado, y con la necesidad e imposición de entregar a sus criminales de guerra al Tribunal Penal Internacional que juzgó a Slobodan Milosevic, sin llegar a condenarlo a causa de su muerte. En tanto no se realice la entrega toda negociación con Europa está suspendida.
Montenegro, en cambio, como la Teresa Batista de Jorge Amado, con la independencia se vuelve virgen de su pasado yugoslavo. En Podgorica ya circula casi oficialmente el euro –mucho más que el dinar– y Bruselas garantiza un camino privilegiado para el ingreso de Montenegro a la Unión.