Los occidentales intentan neutralizar a Hamas asfixiando económicamente los territorios palestinos y apuestan a la figura de garantía de Abu Mazen. Hamas quiere gobernar y en Israel la derecha del Likud sueña con un triunfo que una vez más pondría a los dos pueblos muro contra muro.
Gennaro Carotenuto
A una semana del triunfo de Hamas se delinea la que será una larga pulseada. El ?cuarteto? ?el grupo de mediadores conformado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas? exige, antes de iniciar tratativas, que Hamas repudie la violencia, reconozca a Israel y al ?mapa de ruta?. Hamas contesta que lo que se esperaba era que el cuarteto condenara la ocupación israelí. El cuarteto entonces amenaza con condicionar el pago de las ayudas ?mucho dinero, y aun más en un país con una economía inexistente como Palestina? a la aceptación de su diktat. Hamas responde que no se puede castigar a los palestinos por su voto. Mientras tanto, por ahora, en Israel prevalece una línea intransigente. No podría ser de otra manera para el gobierno de Ehud Olmert que no puede dejar espacio a la ultraderecha del Likud dirigida por Bibi Netaniahu. Éste sale de su rincón y, con el triunfo de Hamas, ve una posibilidad concreta de apostar al miedo de los israelíes. Además Israel, por la condición colonial de Palestina ?un no Estado sin fronteras ni moneda?, cobra los aranceles en lugar de los palestinos y los devuelve algo relajadamente. Ahora bloquea ya los primeros 200 millones de sheikels, unos 35 millones de dólares que pertenecen a los palestinos. En el cuarteto hay distintas posiciones. El más duro es George W Bush, los más blandos son los europeos que temen desautorizar todo el castillo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y quieren dar a Hamas el tiempo de modificar su discurso. El no pago de los fondos ?sólo Bruselas paga 500 millones de dólares por año? podría precipitar a los territorios en el caos. Palestina titubea entre la posible división de poderes ?un gobierno técnico respaldado por Hamas? y la mecha que podría incendiar en cualquier momento una situación extremadamente tensa. El presidente Abu Mazen no dimitió hasta ahora y probablemente quedará en su lugar. El presidente se encontró en Ramala con la cancillera alemana Angela Merkel y le dijo: ?Nada impide que quede en mi lugar durante los próximos tres años?. Es un detalle importante y probablemente lo que muchos países esperan de él. Bajo su control quedan las fuerzas de seguridad palestinas, entre 30 y 40 mil policías más los servicios. Poderío militar en el territorio, pero sobre todo sueldos mensuales relativamente seguros. Así, Hamas heredaría un importante poder político pero estará vigilado por su rival político y tendrá menos cargos para repartir entre los suyos. Fatah por su parte demora en recuperarse del golpe. La crispación en la base es fuerte y los incidentes son diarios. Marwan Barghouti, el hombre que muchos consideran el líder del futuro, aún no ha hablado desde la cárcel. Como contrapartida al caos aparece la iniciativa de convocar al primer congreso en 16 años del partido-Estado que perdió el gobierno.
UNA HISTORIA COMPLEJA. El pueblo de Hamas es el pueblo de los campos de refugiados. Es el pueblo desprotegido que vive de ayudas internacionales y al cual Hamas tendió una red de servicios sociales, sanitarios, educativos. Está en Gaza, en Hebrón, en las aldeas y en los suburbios, pero también en Jerusalén, donde ganó los cuatro escaños a pesar de la prohibición de hacer campaña en la parte ocupada de la ciudad. Sin embargo, en este pueblo hay por lo menos dos tipos de electores. De un lado están los que reconocen a Hamas el liderazgo de la resistencia durante la intifada Al Aqsa. Son los que reconocen a los integristas la moralidad y la honradez y los que han ido viendo en la religión respuestas que la laicidad no pudo ofrecer en estos años difíciles. Pero del otro lado hay un voto no consolidado. Es el voto de los que no aguantaban más el callejón sin salida de una Fatah corrupta. Para estos electores, la tregua proclamada por Hamas en una guerra terrorista que no aprobaban y temían ha sido decisiva para intentar un cambio difícil, controvertido pero inevitable. Para seguir captando este consenso, Hamas debe seguir balanceando su discurso.
Hamas quiere decir ?fervor? pero también Movimiento de Resistencia Islámica. Aparece por primera vez en los barrios marginales de Gaza y en los campos de refugiados al inicio de la primera Intifada, en 1987. Una nueva generación transforma en una organización resistente aquella red asistencial religiosa que los ?hermanos musulmanes? habían tejido desde los setenta. Hasta entonces la resistencia palestina había sido identificada con la laicidad y la izquierda.
La popularización de la lucha representada por la Intifada cambia todo, y modifica profundamente la percepción de los religiosos en cuanto a la cuestión nacional. Si los sionistas piensan que Palestina es toda israelí y que nada debe ser cedido a los musulmanes, Hamas piensa exactamente lo mismo, aunque de manera especular: Palestina es tierra musulmana y nada puede ser cedido a los israelíes. Pronto nace el brazo militar, las brigadas Ezedín Al Qasam. Durante la primera guerra iraquí los emiratos del Golfo cortan las ayudas a Arafat ?que había apoyado a Saddam Hussein? y un río de dinero es administrado con extremada seriedad por los fervorosos islamistas. Israel entiende demasiado tarde el peligro y en 1993 llega el primer atentado suicida. Son los años de auge de Arafat y del surgimiento, también dentro de Hamas, de una posición pragmática dispuesta a aceptar las fronteras de 1948. Yasín es el líder de estas posiciones mientras los líderes en el exilio, empezando por Khaled Mashaal, que hoy ejerce un papel fundamental, representan la línea intransigente. Cuando comienza la segunda Intifada, Hamas se toma su tiempo y sólo con la elección de Ariel Sharon en febrero de 2001 la organización toma rápidamente el liderazgo de la intifada Al Aqsa. Lo hace con las acciones suicidas que causan el repudio internacional, pero también con su capacidad asistencial. Hamas acepta la posibilidad de ser una alternativa política a Fatah y apunta al retiro israelí desde Gaza. Cuando esto se concreta maduran los tiempos de la participación electoral y de cosechar primero los éxitos administrativos y ahora los políticos.
LAS RESPONSABILIDADES. Las tratativas de Camp David fracasaron en el año 2000 porque los israelíes, con el apoyo estadounidense, no quisieron volver a las fronteras internacionalmente reconocidas, a la línea verde de 1967. Yasser Arafat estaba dispuesto a intercambios de territorios, incluyendo el barrio hebraico, el Muro de los Lamentos y probablemente el barrio armenio de Jerusalén, a cambio de una apertura al problema de los millones de refugiados palestinos. Estos son los únicos refugiados en el mundo cuyo derecho humano al retorno nadie está dispuesto a reconocer. Es decir, Arafat estaba dispuesto a renunciar para siempre al 78 por ciento de la Palestina mandataria a cambio del 22 por ciento: Cisjordania y Gaza. Israelíes y estadounidenses nunca consideraron discutibles las fronteras de 1967 y pretendían repartir Judea y Samaria, donde ya era irreversible la política colonial. El reparto hubiese dejado a los palestinos un espacio que no tenía siquiera continuidad territorial. Así ?a pesar del derecho internacional que no vale para estadounidenses y afines? se pudo armar la colosal campaña mediática internacional que presentó a Arafat como un irracional extremista que rechazó la más generosa oferta.
La humillación padecida entonces por el nacionalismo laico palestino contribuye a explicar por qué hoy ese pueblo acude al maximalismo de Hamas. El pueblo palestino pauperizado, desesperado, derrotado, que en las últimas décadas ha pasado de ser ?junto al libanés? el más laico de Oriente Medio, busca ahora en la religión, y cada vez más en el fundamentalismo, una razón de identidad. Y ahora le toca a Hamas volver a buscar un camino. A pesar de las declaraciones, es probable que lo que quiera sea lo mismo que pedía Arafat: las fronteras de 1967. Israel se siente fuerte y sin embargo ¿qué puede pretender más de lo que ya obtuvo? Puede pensar en seguir aplastando indefinidamente al pueblo palestino sobre la base de su enorme poderío militar y el apoyo y la ceguera de estadounidenses y europeos. Pero la alternativa al desangramiento recíproco es la paz con Hamas.
Sharon, antes del derrame cerebral que lo barrió del mapa político, era considerado por algunos incautos el Charles de Gaulle israelí. Sin embargo la grandeza del general francés se midió cuando trató con los ?terroristas?, los partisanos argelinos, y supo sustraer a Francia de una guerra colonial sin sentido. Se dice, y es probablemente cierto, que los palestinos no tienen una clase dirigente a esa altura. Sin embargo es Israel el que necesita su Charles de Gaulle porque la de Cisjordania es una guerra colonial, y sin sentido.