Brecha – Polonia – Esplendores y miserias de Solidarnosc

Se han celebrado los 25 años del surgimiento del primer sindicato libre polaco, que contribuyó a la caída del sistema soviético y a la reunificación de Europa. Pero sus valores fueron derrotados, reduciéndose a una herramienta más del neoliberalismo.

Gennaro Carotenuto desde Roma

En 1980 los trabajadores polacos de Gdansk desafiaban al régimen para obtener mejoras salariales y ser representados en un país formalmente gobernado por los trabajadores. De ahí (véase recuadro abajo) nació la avalancha que derrotaría al régimen filosoviético y quitaría algunos ladrillos fundamentales que mantenían en pie el muro de Berlín. Los protagonistas fueron un electricista, Lech Walesa, un poeta, Czeslaw Milosz, un historiador, Bronislaw Geremek, pero especialmente 9 millones de trabajadores con la dirección no tan oculta del papa polaco y con el asentimiento ?éste sí oculto, aunque hoy haya sido claramente reconocido? del viejo general comunista y nacionalista Wojciech Jaruzelski quien, imponiendo el estado de sitio, evitó la invasión soviética y contribuyó a la disolución de la dictadura sin derramamiento de sangre.
Solidarnosc ?Solidaridad? fue un movimiento sindical y nacionalista en el cual, durante una temporada, se encontraron distintos componentes de la sociedad polaca, trabajadores e intelectuales, laicos, socialistas y católicos, que supieron enfrentarse al fracaso del socialismo real en búsqueda de un sistema de democracia participativa en su época novedoso y prometedor. La historia sin embargo tomó otro camino y muy pronto el control del sindicato terminó en las manos de la Iglesia Católica y del Occidente neoliberal, que utilizaron Solidarnosc para derrocar al régimen estalinista, sin permitir ninguno de los cambios sociales soñados y entregando el país al capitalismo occidental más salvaje.

LA EMPRESA DELANTE DE TODO. La celebración de los 25 años de las huelgas de Gdansk, que obligaron el 31 de agosto al gobierno a reconocer al sindicato, han sido una ocasión para reflexionar sobre la transformación real de las condiciones de trabajo en casi 20 años de democracia en Polonia. Si durante el régimen comunista pudo florecer un movimiento sindical tan fuerte como para organizar a 9 millones de trabajadores y poner en jaque al régimen, hoy una Solidarnosc débil y desautorizada representa apenas a un millón de trabajadores. Y en la Polonia actual falta un movimiento de la envergadura del de los ochenta que temple y desafíe un modelo económico, esta vez el neoliberal. A pesar del ingreso en la Unión Europea, el desempleo oficial es del 18 por ciento; la polarización de las rentas hace de Polonia el país más desigual de la Unión y la inestabilidad política es crítica en un sistema donde la desregulación salvaje y las privatizaciones sin control han favorecido la explosión de la corrupción y la rebaja dramática del poder adquisitivo de las mayorías que perdieron con el cambio de modelo. Los trabajadores que hace 25 años lucharon contra la dictadura para ver reconocidos sus derechos sindicales jamás hubiesen pensado que la última reforma laboral, en 2003, hubiera tenido como carátula el lema: ?La empresa delante de todo?.
Es una reforma que limita gravemente ?sin que nadie se escandalice? aquel derecho asociativo por el cual millones de trabajadores habían luchado en los tiempos heroicos de Solidarnosc. En el sector público se han puesto límites al derecho de sindicalización más rígidos aun que en el sector privado. Conservan derechos sindicales sólo los que tienen contratación colectiva, una joya reservada a pocos en tiempos de precarización radical del trabajo. Una Solidarnosc débil denuncia cómo los trabajadores con contratos son despedidos un viernes para volver a ser admitidos un lunes como colaboradores externos y cómo los sindicalistas son sistemáticamente reprimidos y despedidos ?especialmente por las multinacionales? sin que los sindicatos tengan fuerza para oponerse.
Nada sorpresivo, pero es algo que entristece en un país donde un sindicato derrotó una dictadura para alcanzar el derecho de los trabajadores a autorrepresentarse. El sector privado por lo menos conserva el derecho de huelga, al menos formalmente. El público no. Ahí los pocos trabajadores que sobreviven a privatizaciones y recortes son considerados todos empleados en ?servicios esenciales? y por lo tanto no pueden hacer paros. Hasta las manifestaciones públicas son controladas mediante un mecanismo que impone anunciarlas con al menos 30 días de antelación. Las clases trabajadoras del país que se considera el más católico del mundo continúan buscando representación política pasando, de una elección a la otra, de la derecha católica a la izquierda poscomunista, luego a la derecha neoliberal para terminar ?por ahora? en los brazos de las derechas populistas y xenófobas hostiles a la Unión Europea. La censura ya no existe pero los libros no se venden, la Iglesia Católica reina soberana pero a los pastores se les extravían cada vez más ovejas. La independencia, la libertad y la soberanía son un hecho, pero ¡qué amarga puede ser la realidad!

Cronología
AGOSTO DE 1980. En los astilleros de Gdansk los obreros en huelga logran un acuerdo con el gobierno comunista. Esto incluye reducciones en el horario de trabajo, mejoras salariales y el reconocimiento de Solidarnosc como sindicato independiente, liderado por el electricista católico Lech Walesa.

FEBRERO DE 1981. Frente a las presiones soviéticas que amenazan con una invasión que hubiese repetido la de Praga de 1968, el partido unificado de los obreros polacos elige como jefe de gobierno al general Wojciech Jaruzelski, quien entre 1985 y 1990 será el jefe de Estado.

DICIEMBRE DE 1981. El ala más dura de Solidarnosc rompe el equilibrio. Es el inicio de las divisiones internas del sindicato. Jaruzelski proclama el estado de sitio, arresta entre otros al mismo Walesa e ilegaliza el sindicato que en ese momento tenía 9 millones de miembros.

NOVIEMBRE DE 1982. Lech Walesa, una vez excarcelado, vuelve a su trabajo de electricista. Al año siguiente le otorgarán el premio Nobel de la paz pero prefiere no salir del país. Hasta 1988 el sindicato continuará su actividad en la clandestinidad, aunque desde 1985, con la perestroika de Mijaíl Gorbachov y con Jaruzelski como jefe de Estado, empieza la fase de transición, y en 1987 Solidarnosc ya es semilegal.

SETIEMBRE DE 1988. Después de una huelga de 80 días el gobierno acepta abrir tratativas oficiales. Walesa es el protagonista de la mesa redonda que vuelve a reconocer a Solidarnosc y lleva a las elecciones semilibres del año siguiente y al primer gobierno no comunista de la Europa oriental con Tadeusz Mazowiecki al frente.

MAYO DE 1990. Lech Walesa es elegido presidente de la República. Durante su presidencia Solidarnosc renuncia a su programa original de democracia participativa y Polonia elige el camino del neoliberalismo. El astro de Walesa ?cada vez más identificado con el tradicionalismo católico y con la derecha neoliberal? se eclipsa, y cuando en el año 2000 intenta escalar otra vez la presidencia de la República no llega al 1 por ciento de los votos.